QUERIDAS AMIGAS Y ALUMNAS:
Comparto con Uds. este estupendo curso, que me fue enviado por mail, de artesania varias, son excelentes y he participado en muchos, creo que les será de gran utilidad.
Autor: Ruth del Valle Ulloa
Los orígenes de la limpieza persona data de la prehistoria, ya que el agua es esencial para la vida, al menos se sacaban el barro y polvo con ella.
En la antigua Babilonia, 2.800 A.C. se encontraron unas inscripciones que decían que hervían cenizas con grasas, lo cual es un método de hacer jabón. Estos materiales los usaban luego como ayuda en sus peinados.
Los egipcios, (documentado 1.500 A.C.), por otra parte se bañaban regularmente utilizando un proceso parecido, para tratar enfermedades de la piel, tanto como por limpieza personal.
Por esa misma época, Moisés daba a los israelitas leyes que gobernaban el aseo personal, tanto para la salud como para purificación religiosa.
Los griegos, aunque no usaban jabón propiamente tal, se limpiaban con arcilla, cenizas y piedra pómez. Untaban sus cuerpos con aceites, y lavaban su ropa con agua en los arroyos.
El jabón tomó su nombre, de acuerdo a una antigua leyenda romana, del Monte Sapo, (saponificación, soap), donde sacrificaban sus animales. La lluvia lavaba una mezcla de grasa derretida y cenizas de madera al suelo arcilloso del río Tíber, donde las mujeres encontraron que esta mezcla hacía que su lavado fuese mucho más fácil.
Los germanos y galos también se atribuyen el descubrimiento del jabón.
Los romanos, como civilización avanzada, se daban largos baños, muy populares, y lujosos.
Un médico griego, Galeno, en el segundo siglo de nuestra era cristiana, recomendaba su uso para propósitos medicinales y de limpieza.
En la Edad Media, este procedimiento decayó, y sobrevinieron las grandes pestes.
No fue hasta el siglo 17 que el baño cobró nuevas fuerzas en Europa.
El procedimiento de hacer jabón se mantenía secretamente en los monasterios desde el siglo VII, y gradualmente se usó tanto para el afeitado, para hacer champú, y lavar la ropa.
Italia, España y Francia fueron los primeros centros de producción masiva del jabón, en el siglo XII, pero los impuestos eran muy altos, por lo que pocas personas los utilizaban.
Muchos químicos desarrollaron diversas técnicas para elaborar jabón, en forma industrial, y en las colonias americanas se usaba grasa animal y ceniza, para fabricar un jabón casero de mala calidad, pero servía para los propósitos de limpieza personal y de las prendas de vestir.
La primera guerra mundial, cuando la grasa escaseaba, llevó a los químicos a usar sustancias sintéticas, lo que actualmente conocemos como detergentes, que se combina con sales minerales y produce sustancias indeseables que contaminan nuestro ambiente. Como fosfatos, surfactantes, derivados del petróleo, que hasta la actualidad encontramos en detergentes y jabones comerciales, combinados o no con jabón, como blanqueadores, enzimas, ablandadores, y geles químicos.
Los jabones comerciales los hemos utilizado por décadas, no vemos la razón por la cual debemos molestarnos en hacer jabones caseros. ¿La razón?, si bien es cierto que contienen grasas animales, a los cuales se les agrega sal común (NaCl) para separar la glicerina (tan beneficiosa para nuestra piel). Son compactados, con fragancias artificiales, y se les agregan muchos productos químicos, (ver anexo de sustancias peligrosas para la salud en otro informativo), fosfatos, y otros agentes para lograr una mayor cantidad de espuma como sodio lauril sulfato, colofina, aceite de pino, y ácidos nafténicos, a un bajo costo.
Además de ser bastante rápidos de hacer, los fabricaremos con aceites conocidos, beneficiosos para nuestra piel, en un proceso denominado saponificación, en el cual no retiraremos la tan preciada glicerina, con aromas naturales, sin agentes externos, que puedan afectar nuestra salud.
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